sábado, 27 de junio de 2015




El mundo es una imagen. El vacío no lo conocemos. El hombre que camina a su oficina confiado. Las líneas corren sobre el caos con nitidez. A veces toco las paredes, siento su absurdo, su obscuridad. Los rincones del espacio están repletos de objetos. Toco, golpeo la puerta del ser, esta pared fría, en la sombra, que aparece frente a mí, estas costillas, esta carne debajo de los huesos iluminada por la conciencia. En el vértice se unen tres muros, el dedo del ángel que nos cierra la boca, la pintura blanca de este cuarto en la que nos revolcamos es hermosa y perfecta.



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