martes, 1 de febrero de 2011

Wandern

Estas palabras no son para hacer malabares, no son para complacer a la razón, quizá para lograr herir a alguno,  escuchar esa dulce herida que hace de los corazones de los niños una flor sobre un camino errabundo, escuchar la fibra inconfundible que somete a cada uno, reconocible para cada uno, la que llameaba desde el principio del camino. La rosa fugitiva detrás de cada hoja, de cada objeto, de cada acto, detrás de la primera sonrisa, detrás del primer libro, corriendo siempre y casi en la punta de los dedos, como la onda oscura en el amor perdido, como el fuego de otras nubes, los frutos celosamente guardados.