El resplandor. El resplandor con el que se lucha en vano, pues se golpea en la nada. Las brasas de la noche, de lo sagrado, grabadas en el pecho, que no terminan, no se callan.
Qué bonitas son, en realidad, las piedras una maldita azul distancia me alegra saber que a las estrellas no les importa un carajo fingir que me interesa
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